Por Qué los Objetivos Te Sabotean y Qué Hacer en Su Lugar
El otro día, mi amigo Patricio vino a verme. Como de costumbre, traía cara de pocos amigos. Esta vez estaba enfadado consigo mismo. Me dijo:
—¡Estoy harto! Me puse unas tareas súper fáciles, y ni siquiera soy capaz de cumplirlas.
Interesante, pensé. Así que le pregunté:
—¿Qué tareas te propusiste?
—Ir al gimnasio dos veces por semana y salir a correr otras dos.
Tuve que reírme un poco.
—¿Y cuántas veces hacías ejercicio antes de decidirte por este plan maestro?
La respuesta era predecible:
—Ninguna.
Ahí está el problema. Patricio había caído en lo que yo llamo «la trampa del mapa». Es fácil dibujar rutas perfectas sobre el papel y sentirte un genio. Pero enfrentarte al terreno real —con subidas, piedras y tormentas— es otro rollo.
Aquí va una verdad incómoda:
Los objetivos son tu enemigo.
Sí, lo que acabas de leer. Cuando te marcas metas grandiosas, no estás diseñando un camino hacia el éxito. Estás trazando un plan para sentirte miserable. Cada vez que fallas (y vas a fallar), tu autoestima se desploma, te juzgas y acabas abandonando.
Pero hay una mejor manera. Algo que Scott Adams explica magistralmente en su libro How to Fail at Almost Everything and Still Win Big: olvídate de los objetivos y adopta sistemas.
¿Qué significa eso?
En lugar de obsesionarte con la meta (perder 10 kilos, correr una maratón, aprender alemán en 3 meses), crea un sistema que te mantenga en movimiento todos los días. Algo tan pequeño que sea imposible fallar.
Si Patricio hubiera dicho:
—Voy a caminar 10 minutos al día, o haré 3 flexiones después de despertarme, probablemente hoy estaría en mejor forma. ¿Por qué? Porque un sistema pequeño y sostenible construye impulso, y el impulso crea hábitos.
Cuando estableces un sistema, no importa si llegas o no a la «meta». Porque el simple hecho de cumplir con el sistema te lleva a progresar. Y, sorpresa: ese progreso constante es lo que eventualmente te lleva al éxito.
¿Cómo aplicar esto?
- Hazlo fácil: No te pongas metas imposibles. Si no haces nada de ejercicio, empieza con un día de gimnasio o una caminata corta.
- Enfócate en el proceso: No en «perder peso» o «ganar músculo», sino en ser la persona que entrena 5 minutos al día, sin fallar.
- Celebra el avance: Cada pequeño paso cuenta. Un sistema funciona porque genera victorias pequeñas que alimentan tu autoestima y tu motivación.
Conclusión:
El secreto no está en trabajar más duro ni en establecer metas ridículas. El secreto está en diseñar un sistema que te haga avanzar sin esfuerzo. Y si en algún momento el sistema deja de funcionar, no pasa nada. Ajusta, reinventa, y sigue adelante.
Recuerda: No eres un fracaso por no alcanzar tus metas. Fracasas cuando te niegas a replantearte el camino.
Ahora, sal ahí y empieza con algo tan ridículo de pequeño que no puedas fallar.
¡Tu futuro yo te lo agradecerá!
Francisco Beltrán Ortín
Deja tu opinión
Pingback: ¿COMO TE VALORAS A TI MISMO? - Francisco Beltrán
Pingback: Alcanzando metas | Psicologia del Alto Rendimiento