Es habitual que cuando recibimos un estimulo que nos saca de lo normal, tenemos la tendencia de resistir o enjuiciar, esto provoca que no experimentemos las opciones que se nos están presentando y sin poder evaluar verdaderamente la experiencia del momento. Al resistir no fluimos y dejamos que nuestra mente no haga lo que mejor sabe, experimentar y hacer.
Tendemos a envolvernos en una discusión interna que no hace perder lo que está pasando y por tanto no apreciar lo que sucede.
Esto es habitual en contextos deportivos donde después de un error se pierde la concentración, esto hace que nuestro rendimiento baje considerablemente.
Lo mismo ocurre cuando nos presionamos por el resultado, sobre todo cuando tenemos el punto clave para ganar y no somos capaces de hacerlo, un ejemplo; un tiro libre en los últimos segundos, o la tanda de penaltis en una final.
Cuando dejamos de disfrutar y de solo hacer, y queremos controlar, lo que conseguimos es ponernos rígidos y descoordinados, con lo que al final nos sale peor lo que esperamos hacer.
Esto tiene aplicación en todas las facetas de nuestra vida, con nuestra pareja, en nuestro trabajo, con los hijos, con los amigos, si nos perdemos en nuestra conversación interna, nos perdemos lo que ocurre, y por lo tanto dejamos de vivir el momento.
La solución viene por prestar atención, el cerebro solo puede hacer una cosa al mismo tiempo, si nos concentramos en lo que pasa, nos daremos cuenta de lo que nos estamos perdiendo.
Trato de no pensar en el mañana; el futuro no existe, dicen los indios del altiplano, sólo contamos con el pasado para extraer experiencias y conocimientos, y el presente, que es apenas un chispazo, puesto que en el mismo instante se convierte en ayer.
Isabel Allende en -Paula-
Es difícil estar atento continuamente, si tienes alguna formula para hacerlo, deja un comentario, nos enriquecerá a los que podamos leerlo.
Francisco Beltran Ortin
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